Ángeles es profesora en el Instituto Thos i Codina, de Mataró. Al iniciar el
"Reto en positivo" pensé en ella, porque yo también he trabajado con adolescentes y siempre he creido que la imagen que la mayoria tiene de ellos está equivocada. Han pasado de ser niños a tener de repente obligaciones, inician una nueva etapa en la que dejan atrás a los compañeros que les han acompañado desde que eran pequeños y se adentran en un instituto teniendo que adaptarse nuevamente, se enamoran, se desenamoran, sufren cambios físicos... ¿Como afrontariais vosotros/as tanto alboroto en vuestros esquemas?
Cuando Pablo nació, Ángeles me recomendó un libro de Lucia Etxebarria (escritora y mamá) y Goyo Bustos (profesor) que me encantó, "El club de las malas madres". Entre muchos otros temas, se habla del grado de implicación que debe existir entre escuela y padres en la educación de nuestros hijos. No es una guía, habla una madre, Lucía y un maestro, Goyo y sus experiencias en el terreno.
No es cierto que todos los profesores están amargados, no es cierto que sea un trabajo fácil y de largas vacaciones y no es cierto que todos los chavales sean unos descerebrados. Aquí el escrito de una profesora que ama su profesión y que se siente optimista ante el futuro:
SONRISAS Y ABRAZOS
Cuando la gente descubre que eres “profe” suele
tener dos tipos de reacciones; o bien te recuerdan tus vacaciones (los
envidiosos)o bien te miran con tristeza y te compadecen (los empáticos). El
caso es que nadie te da la enhorabuena, que sería lo justo, ya que es uno de
los trabajos mejor pagados con sonrisas y abrazos... y eso la gente no lo
percibe.
No perciben las sonrisas tímidas de los recien
llegados de 1º de ESO, que justo abandonar la infancia se lanzan con pasión a
su adolescencia en cuanto llegan al instituto, guíados si no iniciados por
algunos más veteranos que les marcan el camino. No perciben el intento, mil
veces ensayado, de forjarse “una personalidad interesante”y ponerse con ella liada a la cabeza, el mundo por montera.
No ven sus intentos de reafirmarse en una sociedad que en principio se les
muestra adversa, no ven su cabezonería y su empeño por parecer (intentarlo al
menos)libres e independientes.
Y “se
rebotan” una y otra vez, contra lo que no les gusta, contra la injusticia, en
defensa del igual y contra sus propios muros. Y así crecen. Y yo los veo
crecer. Y es un espectáculo privilegiado y mil veces mejor que la final de la
Eurocopa.
Algunos, muy pocos, en su crecer, ofrecen malas jugadas producto de su
inconsciencia y sus mil repetidos ensayos contra el mundo, y eso no gusta mucho
a la gente ordenada que no comprende algunas salidas de la norma como algo
necesario para volver a ella. Y empiezan las críticas y el conflicto social tan
mediático como poco conveniente y mil veces socorrido...todos son iguales, lo
negativo se convierte en noticia y da que hablar, bla, bla, bla...
Memeces...es increíble verlos luchar contra todo y
contra sí mismos para no preocupar a sus padres, defender a hermanos y amigos y
estar siempre dónde se debe, arreglar entuertos y explicar conceptos a veces
mejor que nosotros mismo, colaborar en todo lo que les pedimos; resvista, Sant
Jordi, día de la ciencia, día de la solidaridad, coménius, teatro, coral, grupo
instrumental, preparar decorados, escenarios y ambientación general del
instituto; ayudar a los pequeños, parejas lingüísticas para ayudar a los recien
llegados, repartir material de patio, asociación de alumnos, consejo de
delegados... y no acabaría nunca. Son trabajadores. Repito son trabajadores y
desde luego lo hacen con más alegría que muchos de nosotros. Y no se cansan. Y
al final, cuando tú no puedes más ellos juegan a fútbol...
Hasta que llega el día de los abrazos. El día de
la graduación. El día en el que escribo esto. Y se van...y yo me siento
privilegiada por haberlos acompañado un poquito en su camino; o en su caminar.
Los pierdes de vista...pero no es una pérdida
porque cada uno ha dejado su huella.
Y un día, sin esperarlos, te los encuentras por
casualidad...en Mango, en un bar, en un aeropuerto...y son médicos, mecánicos,
enfermeras, maestras, administrativos o asalariados...y recuperas en cualquier
sitio el mismo abrazo de la graduación.
Me siento muy afortunada, porque no hay gobierno
que pueda recortar ni queriendo, esas sonrisas y abrazos.
Ángeles.
INS. Thos i Codina.
Y llega el día de los abrazos...
Ese día se gradúan y se van del instituto. Y yo
lloro. Y no me da vergüenza decirlo. Les he acompañado una parte del camino. Un
privilegio. He podido convertir sus sonrisas en abrazos.
¡Feliz
verano!